¿Qué puede hacer un municipio por sus espacios forestales?
En un municipio como Torrelodones, además de los parques y espacios verdes situados en los cascos urbanos (Parque JH, San Roque o Pradogrande) hay una amplia superficie de bosques y montes cubiertos de encinas que forman parte del paisaje de nuestro municipio y le dan esa calidad natural que tanto valoramos.
Hablamos del Monte de Los Ángeles, ese gran monte que crece entre el Canto del Pico Los Robles y el pueblo; del monte de Las Marías y Panarras, de Montealegría, de la mal llamada Área Homogénea Norte pero también de pequeñas y no tan pequeñas vaguadas de Peñascales, del monte que rodea el embalse…
Cualquier municipio, y también Torrelodones, dedica una gran cantidad de recursos económicos y de personal a cuidar y mantener los parques y jardines, y de los cascos urbanos, a recortar cada seto, a podar y repodar el arbolado de las calles, a cortar el césped de las praderas, a limpiar los juegos infantiles… Sin embargo, los espacios forestales suelen quedan abandonados a su suerte, sin ningún tipo de intervención más allá de las puntuales limpiezas para las que siempre se solicita la colaboración vecinal.
Torrelodones cumple a la perfección el patrón. El Ayuntamiento es propietario de una gran cantidad de montes y encinares que han estado décadas abandonados a su suerte, sin ningún tipo de intervención más allá de los reiterados y frecuentes pequeños incendios que cada verano les afecta.
Y ¿qué se debe hacer con estos espacios? Un pequeño decálogo a partir de la experiencia de Torrelodones nos puede servir de guía.
1. Preocuparse y ocuparse de ellos. Parece un asunto de Perogrullo pero no lo es. Hay que estudiarlos, conocerlos y situarlos entre las prioridades de actuación de un Ayuntamiento.
2. Darlos a conocer y ponerlos en valor. La población local tiene que dejar de verlos sólo como un fondo paisajístico de sus casas o como un espacio para pasear al perro. Hay que cartografiarlos, darlos a conocer con guías, publicitar sus valores ecológicos y paisajísticos…
3. Ordenarlos y planificarlos. Es preciso tener claro qué montes queremos tener a medio y largo plazo, estructura, especies y proponer una ordenación de los mismos.
4. Trazar sendas. Los espacios forestales de zonas tan pobladas como la nuestra deben ser también espacios de uso público, recreativos y, por tanto, hay que trazar sendas y cuidar las existentes, definir las zonas en las que se quiere potenciar el uso público y aquellas otras en las que se quiere evitar la presión social.
5. Conocer el riesgo de incendios forestales. Los montes implican riesgos que hay que conocer y gestionar. Hay que evaluar los riesgos de incendios forestales y trabajar intensamente para reducir los daños que un posible fuego puede ocasionar en las zonas pobladas y en los propios espacios forestales.
6. Invertir en la gestión y reducción de los riesgos. Es preciso crear zonas de protección alrededor de las urbanizaciones y zonas pobladas, cortafuegos que permitan gestionar un posible incendio forestal. Para ello hay que cortar árboles y reducir la densidad de vegetación en las áreas más próximas a las viviendas, crear zonas con estructura de dehesa y menos combustible en los montes cercanos a los áreas pobladas.
7. Invertir en selvicultura y conservación de sendas. La conservación de los espacios forestales debe ser responsabilidad de un servicio municipal que, de acuerdo con la ordenación realizada, se encargue de mantener, limpiar y aplicar los trabajos selvícolas en los montes. Hay que dedicar cada año una parte del presupuesto municipal a la conservación de los espacios forestales y las sendas.
8. Colaborar con los propietarios privados de montes. Una buena parte de los espacios forestales de nuestros municipios provienen de parcelas agrícolas abandonadas que carecen de cualquier uso y en las que los propietarios carecen de incentivos para invertir. Los ayuntamientos deben alcanzar acuerdos con los propietarios para colaborar, en beneficio de todos, en la conservación de estos montes.
9. Incorporar los temas forestales al programa educativo. Es necesario que los niños aprendan a conocer y valorar los espacios forestales que les rodean, a conocer sus riesgos.
10. Coordinarse con la administración autonómica y los propietarios de montes. La gestión forestal es también competencia de las comunidades autónomas, con quienes es preciso coordinarse en todas las acciones que se toman.
Todo ello ayuda, sin duda, a preservar, concienciar y poner en valor los espacios forestales de cualquier municipio.