Somos biodiversidad, comemos biodiversidad y el oxígeno del aire que respiramos procede de la actividad continuada de lo viviente. El término biodiversidad es un neologismo acuñado en los años ochenta para referirse a la diversidad de la vida. Se utilizó para alertar sobre la rápida extinción de especies debido a la acción del hombre y porque se pensó que esta palabra tendría un mayor valor comunicativo. Su uso se popularizó tras ser empleado en varios acuerdos internacionales y textos oficiales. Por ejemplo, en España existe la Ley del Patrimonio Natural y la Biodiversidad (Ley 42/2007, de 13 de diciembre)
Podríamos definir la biodiversidad como “la variedad de todos los tipos y formas de vida, desde los genes a los grandes ecosistemas, incluyendo las funciones y relaciones de los seres vivos.” Sin embargo, son las especies la unidad más tangible para medir la biodiversidad en cifras. Conocemos cerca de un millón novecientas mil especies (especies descritas formalmente y que cuentan con su correspondiente nombre en latín), pero quedan otras tantas por descubrir y describir, en un número difícil de estimar. Por ello es difícil también estimar el número de las especies que se extinguen cada año.
Hay quien se pregunta que si existen millones de especies ¿merece la pena dedicar tiempo y recursos para conservar las que están en peligro o para descubrir las desconocidas?, ¿para qué sirve este esfuerzo si son menos de doscientas las especies que precisamos para nuestra subsistencia?
Se nos ocurren algunos principios por los cuales puede merecer la pena dedicar tiempo y recursos a conservar y a investigar la biodiversidad:
Principio estético
Se dice que “la vida es bella”. Lo cierto es que la naturaleza es la fuente primaria de toda belleza. Todo lo vivo es bello y cualquier pedazo de biodiversidad contiene belleza.
¿Porqué salvar una especie? Quizá sólo por eso, porque forma parte de la belleza.
Principio científico
Cada especie es un enigma; un genoma único modelado por millones de años de evolución. ¿Porqué salvar una especie? Simplemente para salvar el enigma. Cada especie encierra las respuestas a un montón de preguntas.
Principio del conocimiento
Una especie desconocida puede ser la respuesta a alguna pregunta que quizá aún no conocemos o la solución a un problema que todavía no esperamos.
¿Porqué debemos dedicar esfuerzo a conocer las especies antes de que se extingan? Sólo porque es mejor conocer las cosas que desconocerlas. El instinto ancestral de adquirir conocimiento ha permitido el avance de la civilización humana. Por otro lado, la capacidad para comprender el mundo depende del conocimiento acumulado. Muchas formas de conocimiento renuncian a su utilidad o a su potencial aplicador inmediato, pero son imprescindibles a la larga.
“Jamás se descubriría nada si nos considerásemos satisfechos con las cosas descubiertas»
(Séneca)
Principio de la complementariedad
Las especies no son entes aislados, sino las piezas del entramado de la vida. Si no tenemos especies no tenemos fábrica de la vida, pues son sus componentes básicos.
¿Porqué salvar una especie? Sencillamente, porque la suma sinérgica de las especies es la que sostiene los ciclos de la vida. De cada especie dependen otras muchas y, a su vez, cada una depende de otras tantas. La conservación de cada tuerca y de cada engranaje es la primera preocupación de un buen mecánico.
«Con la biodiversidad compartimos derredor, necesidad y origen.
También nuestro futuro resultará idéntico al de la biodiversidad”
Joaquín Araujo
Principio de la precaución (o principio de la posible utilidad de lo aparentemente inútil)
Si la evolución de la vida ha logrado transitar desde una sopa bacteriana hasta raros individuos capaces de interrogarse sobre la utilidad de lo que hacemos, es precisamente por poseer cierta capacidad para retener lo superfluo, lo inútil o lo que de momento no sirve para nada.
¿Porqué conservar una especie? Pues por eso, porque no vaya a ser que nos equivoquemos al considerarla inútil (y ya nos hemos equivocado demasiadas veces).
Si lo anterior no es suficiente para convencer todavía nos queda el principio quizá más convincente para la mentalidad reinante
Principio económico (para los escépticos de los principios estético, científico, del conocimiento, de la complementariedad o de la precaución):
Toda la comida, la tercera parte de los medicamentos y buena parte de los materiales que usamos procede de especies que son o han sido silvestres en algún momento. La biodiversidad (o sea, las especies) está en la base de todos los servicios aportados por los ecosistemas a la humanidad.
¿Porqué salvar las especies? Sólo por eso, porque son posibles recursos y posibles soluciones a posibles problemas.
«Cuando una parte del todo falta, los que quedamos ya no podemos estar seguros«
Séneca
Pero, por encima de todo los demás se sobrepone el principio ético:
La probabilidad de la vida es ínfima. De momento sólo se conoce en este extraño y recóndito rincón del universo. Asimismo, la probabilidad de existir es infinitamente más baja que la de no existir y cada forma de vida responde a una irrepetible suma de improbabilidades que se han ido sumando a lo largo de centenares de millones de años. Por tanto, existir es un milagro cósmico.
¿Porqué salvar una especie? Sólo por eso, porque existe (y por salvar el milagro); y porque lo ético es legar a las generaciones futuras un planeta con todas las formas de vida que nuestra generación ha heredado.
Nosotros, torresanos, tenemos la suerte de vivir en un municipio inmerso en la naturaleza, aunque lamentablemente hemos ido perdiendo parte de este patrimonio, sobre todo en la época del boom urbanístico descontrolado. La progresiva ocupación de los espacios naturales, los incendios y también el desequilibrio que supone la proliferación de determinadas especies en detrimento de otras son, entre otras tantas, algunas causas de la pérdida de biodiversidad. En Vecinos por Torrelodones somos diversos y biodiversos. La conservación de nuestro rico patrimonio natural y su biodiversidad ha sido y seguirá siendo una de nuestras prioridades como galante de la calidad de vida y para poder legárselo a nuestros hijos.
«Una vez que una especie se extingue ninguna ley puede hacerla regresar: se hay marchado para siempre«
Allen M. Solomon