¿Por qué tienen los políticos tan mala fama?
Vivimos tiempos en los que, por diversos motivos, dedicarse a la política no está bien valorado.  Es más, podría decirse justamente lo contrario. Y es lógico.  La verdad es que ministros como Rodrigo Rato o Jaume Matas; senadores como Bárcenas o Ana Torme; diputados como Arístegui o Gómez de la Serna; presidentes de comunidades autónomas como Ignacio González o Pujol; alcaldes como Rita Barberá; presidentes de Diputaciones como Gabriel Amat; o presidentes de cajas de ahorro públicas como Hernández Moltó o Miguel Blesa…, entre los más de 3.000 cargos públicos imputados, investigados,  procesados o condenados no ayuda mucho.
Mala fama políticosSin embargo, son muchos más los políticos, especialmente en el ámbito local y de un tiempo a esta parte, que trabajan en silencio y han hecho de la honestidad, un valor. Porque otra forma de hacer política es posible. Para ello se han visto obligados a una larga cadena de renuncias sin que por eso dejen de estar expuestos a la injuria, la calumnia y el menosprecio de muchos, especialmente al amparo del anonimato que permiten las redes sociales. Los políticos se han convertido en la diana sobre la que todos pueden disparar: se les puede insultar sin que pase nada; se puede falsear cualquier información sobre ellos; se les puede acusar impunemente de cualquier acción y, en contrapartida, ellos deben de ser absolutamente transparentes, manifestando públicamente su sueldo, sus ingresos patrimoniales, sus acciones, ahorros, estudios y un largo etcétera para que cualquier ciudadano del mundo, viva en Tombuctú o en las islas Vanuatu, pueda acceder libremente y de forma sencilla a esa información. Y aún así, y por ello, también pueden ser atacados.
Mala fama políticosPero, a pesar de todo, estamos seguros de que hay que romper una lanza a favor de todos esos políticos honestos que han decidido dedicar una parte de su tiempo, de sus conocimientos y experiencias,  al servicio público; que lo han asumido con responsabilidad y dan la cara ante los ciudadanos. Pero no podemos olvidar que, para ello, han tenido que renunciar a que su empresa se presente a un concurso público del ayuntamiento; a que sus familiares ocupen puestos en empresas del ayuntamiento o puedan presentarse a una plaza pública pese a ser una de las personas más preparadas, ofrezcan servicios necesarios o puedan dar cursos o charlas especializadas… para que nadie pueda pensar que todos somos igual de corruptos. Porque por malos usos y abusos de los correctos canales de actuación hemos llegado a este punto, tan delicado -y, a veces, tan injusto- en el que nos encontramos.
Y, sin duda, esta situación se la tenemos que agradecer a personajes como el Sr. Bárcenas, Sr. Arístegui, Sr. De la Serna, Sr. González, Sr. Rato, Sr. Buesa, Sr. Moltó, Sr. Balta, Sr. Martínez Pujalte, Sra. Armengol, Sr. …

Imagen: Forges.
Mapa: Indignados.es

 

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