No es fácil pasar de vecina anónima a vecina con cargo público. No son pocas las veces en las que escucho la misma pregunta: con lo tranquila que vivías antes, ¿te compensa este paso al frente, esta exposición continúa, esta pérdida de anonimato? Y, en más de una ocasión, me he encontrado parada pensando por unos instantes la respuesta. Porque… ¿realmente compensa?
Cuando allá por 2005 un grupo de vecinos decidimos dar la batalla contra unos planes municipales que nos escandalizaban, teníamos una cosa clara: no estábamos dispuestos a dejar a nuestros hijos un futuro hipotecado y alicatado; un futuro en el que las ansias de poder de unos pocos estaban machacando lo que nos correspondía a todos. Y para eso necesitábamos dar un paso al frente. Desmontar ese cortijo que los de siempre habían modelado a sus intereses y trabajar para abrir un ayuntamiento al servicio del bien común y empleando nuestras herramienta como conocimiento, trabajo, pasión, compromiso y un objetivo claro: hacer que Torrelodones el pueblo en el que todos queríamos vivir.
El paso de vecina anónima a vecina en un cargo público no fue complicado, lo viví con naturalidad. Convertirse en el punto de mira y en el centro de la diana de algunos no fue, tampoco, inmediato. La clave para encontrar el equilibrio fue, y sigue siendo, tener siempre presente tus orígenes y los motivos y objetivos por los que decidiste liarte la manta a la cabeza con la idea utópica y romántica de querer cambiar el mundo, o mejor, cambiar al menos, tu universo más cercano. Recordar que no te mueven más intereses que los colectivos y unas ganas inmensas de aprender y aportar lo que sabes. Tener claro que tu cargo es temporal y llegado el plazo pactado (8 años), pasarás a un segundo plano, recuperando (¿o no?) el anonimato que según el día, añoras con más o menos intensidad.
Dar un paso al frente requiere motivación, energía, mucho compromiso y por supuesto y sobre todo, hacerlo acompañada de un equipo de gente que comparta tus mismos objetivos. Y no nos engañemos: unos cuantos sacrificios.
Pero volviendo al principio, ¿compensa? Sí, sin duda. Comprobar cómo van cambiando las cosas en el Ayuntamiento, cómo se van transformando lugares, cómo van mejorando y se van creando espacios públicos, parques, espacios deportivos, culturales, cómo se van resolviendo problemas históricos, cambiando prioridades…
Recompensa comprobar que no era imposible hacer y estar en política de otra manera, cumpliendo lo que se dijo que haríamos y recibir el reconocimiento de una mayoría. Nadie dijo que fuera a ser fácil pero, sin duda, la tarea es apasionante.
Y cuándo el día de mañana alguno de mis hijos me pregunte por esos años grises y oscuros que espero estemos dejando ya atrás, podré contestarle orgullosa que en ese tiempo no me resigné, y de la mano de un grupo de románticos hicimos lo que estuvo en nuestra mano por dejarles un mundo mejor.
“Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo” (Eduardo Galeano)
Por Elena Biurrun, presidenta de Vecinos por Torrelodones y alcaldesa de Torrelodones.