Hoy hablamos con Ángel Guirao, Concejal de comunicación y de Atención al Vecino en el Ayuntamiento de Torrelodones.
- Licenciado en Historia, MBA, publicitario, lector empedernido, articulista, concejal… ¿pasabas por aquí?
Pues la verdad es que sí, que pasaba por aquí, vimos una casa, nos gustó y mi mujer, que es la más disciplinada, organizada y tenaz de la casa, se acercó al ayuntamiento para conocer cuál era la situación de la zona en la que comprábamos. Y le dijeron que era una zona especialmente protegida, de alto valor medio ambiental, que el pleno municipal, a propuesta del alcalde del PP, Enrique Muñoz (ahora muy aficionado a las coplillas satíricas después de que su propio partido le “cortara la cabeza”) y, por unanimidad de todos los grupos municipales, propuso que se mantuviera como zona rústica. Unas semanas después recibíamos una carta de un grupo de vecinos convocándonos a una reunión porque el nuevo alcalde, también del PP, proponía construir un campo de golf y 1.500 viviendas en esta zona de especial protección. Es como si compras una casa en primera línea de playa y el ayuntamiento decide levantarte un bloque de 15 pisos delante, en mitad de la playa.
- Todo comunica ¿verdad o palabrería?
Absolutamente todo. Pero mucho más lo que se hace que lo que se dice. Y dentro de lo que se dice, funciona mejor cuando son otros los que lo dicen de ti. Por eso la reputación, la coherencia, son la base de la credibilidad.
- Unos dicen que lloras demasiado; otros que eres extremadamente sensible. ¿Escuchar al vecino quema?
Nunca se llora demasiado, ni se quiere demasiado, ni se vive demasiado. Soy una persona muy aristotélica, pero no solo de racionalidad vive el hombre. Perder las emociones nos hace menos humanos. Escuchar a los vecinos es una obligación a la que los políticos están poco acostumbrados, fundamentalmente porque no asumen la responsabilidad de sus decisiones.
- Y lo sueños, sueños son. ¿Lo de Torrelodones es un sueño hecho realidad?
Es mucho más que un sueño. Es una alineación planetaria, porque lo normal es que estas cosas no sucedan. En este pueblo se impulsaron “ex novo” dos proyectos a la vez: Vecinos por Torrelodones y una agrupación que va por su segundo nombre. La una ha sido un éxito, la otra… El mérito solo es de los vecinos.
- Uno de las máximas críticas a Vecinos por Torrelodones ha sido el uso del marketing y la comunicación. ¿Moda o convencimiento?
Ningún partido político puede ser solo una operación de marketing. El fondo es siempre mucho más importante que la forma. Por eso no todos los partidos políticos pueden decir lo mismo ni resulta lo más relevante cómo decirlo. Lo más importante de una marca es su credibilidad, directamente relacionada con su coherencia. Y ahí los partidos municipalistas siempre vencerán a los nacionales. ¿Cómo se puede prometer en Murcia que se potenciará el trasvase y en Castilla La Mancha lo contrario? ¿Cómo puede hablar el PP de Torrelodones de lucha contra la corrupción si tienen 1.000 cargos públicos investigados, procesados o condenados? Y, si además lo comunicas bien…
- Gobierno transparente, colaboración ciudadana, atención al vecino, mediación… ¿esto es un ayuntamiento o el mundo de golosina?
Esto es solamente como debe ser.
- Dicen que cuando celebras una boda te emocionas y contagias a todos los asistentes. ¿Pones tanta pasión en todo lo que haces?
Pongo pasión en todo lo que hago porque me lo creo si no, no lo hago. Me tomo en serio ser publicitario, como me tomo en serio ser padre, ser marido, ser concejal y ser buena persona.
- Habéis envuelto la Torre de los Lodones en papel de regalo; habéis convertido los contenedores de basura en monstruos devora desechos; habéis instalado cacas gigantes en las calles del municipio… ¿Hasta dónde hay que llegar para convencer?
La creatividad no tiene límites. Los productos y las marcas, sí. Un partido político o un ayuntamiento no pueden decir cualquier cosa; tienen que transmitir lo que llevan dentro y convencer de la verdad de ello. Para eso resulta indispensable ser coherente, de lo contrario nadie te cree. La publicidad no es ni verdadera ni falsa, pero tiene la obligación de ser coherente con la marca. Un ejemplo: se puede lanzar un coche desde 50 metros de altura y a continuación arrancar el motor y salir disparado sin que les pase nada a sus ocupantes. Si lo hace Volvo, el espectador se lo cree porque es una alegoría, una metáfora de la seguridad que representa su marca; si lo hace cualquier otra marca, no funciona. Nuestra comunicación funciona porque la marca Vecinos y la marca Ayuntamiento de Torrelodones responde a lo que realmente son.
- Dinos tres sensaciones que te invaden cuando paseas por las calles de Torrelodones.
Hace un par de años, en un acto celebrado en Madrid, me presentaron a una vecina de Torrelodones que me dijo: “desde que llegasteis al Gobierno municipal, cada vez que saco a pasear a mi perro y paso por delante del ayuntamiento, miro el edificio y, saber que vosotros estáis ahí, me produce paz. Me siento tranquila. No estoy de acuerdo con todo lo que hacéis, a veces con pocas cosas. Pero el hecho de que las personas que se ocupan de mi pueblo sean honestas, me produce serenidad”. Esa es mi sensación.
- A ti también te cedemos la varita mágica por un rato. ¿Cuál es tu mayor deseo?
Los deseos personales debo tenerlos ya consumidos, porque ni en el mejor de los sueños podía vaticinar que la vida de un chaval huérfano y bastante melancólico se transformara en lo que ha sido. He estudiado una carrera y un MBA cuando estaba convencido de que un desastroso estudiante que suspendía todos los años acabaría trabajando en una cadena de montaje; he trabajado en las dos agencias más creativas de España; me he casado con la mujer de mi vida; tengo dos hijas maravillosas que todos los días hacen algo para que me sienta orgulloso de ellas; y, cuando tomo la decisión de entrar en política, fundando un partido con un grupo de vecinos, resulta que todos ellos se convierten en mis amigos y, con esfuerzo, trabajo e ilusión, conseguimos el mejor resultado electoral de la historia de este pueblo. ¿Un deseo? Que todo el mundo pueda alcanzar su sueño.