Es filosofía de este blog no entrar en detalles demasiado locales ni en comentar acciones ajenas porque nos interesa centrarnos en nuestras actuaciones, proyectos e ideas por si todo ello sirviera de experiencia a otros o para abrir determinados debates. Sin embargo, hay ocasiones en las que es muy difícil no poner en evidencia a aquellos mal llamados políticos que dan lecciones de pureza y del recto proceder en política.
La confianza en la clase política está bajo mínimos y su descrédito hace tiempo que se aupó al podio de los problemas que más preocupan a los ciudadanos según las encuestas del CIS. Sin duda, una corrupción extendida por todos los ámbitos ha contribuido a ello, pero quizá más aún la hipocresía y banalidad de ciertos discursos políticos. Es increíble cómo, a menudo, se critica implacablemente en los demás lo que se defiende en los propios. Parece que ya a nadie extraña que se predique una cosa y se haga la contraria.
En Torrelodones tenemos un ejemplo muy evidente que no queremos ni podemos dejar de hacer público. Las dos caras del grupo político Confluencia (Ana Martín y Miguel Ángel Mur), adalides de la defensa de lo público y de la ética política, a la par que defensores de “políticas de juventud municipales que no sean sólo de ocio”, nos han brindado estos días un ejemplo de libro de este tipo de comportamientos poco decorosos (digámoslo así por ser benevolentes), en el trasiego del dinero público al bolsillo privado de sus allegados. Vayamos primero con las personas y luego con los hechos.
Miguel Ángel Mur Capelo es sin duda el político más longevo de Torrelodones. Ha pertenecido a tres partidos, con algunas incursiones en otras iniciativas políticas, como en el Círculo Podemos de Torrelodones. Ha sido director del Patronato Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Torrelodones, concejal por el grupo municipal Izquierda Unida (desde 1996 hasta 2007) y concejal del grupo municipal Actúa en la legislatura 2007-2011. En las elecciones de 2011 optó por no encabezar la lista, confiando en que su posición de número 3 le sería suficiente para conseguir la ansiada concejalía, pero no lo consiguió, lo que le condujo a usurpar el puesto de Auxiliar de este grupo político a la persona que previamente lo ocupaba. En las elecciones de 2015 volvió a presentar candidatura, esta vez bajo el nombre de Confluencia, manteniendo su puesto de auxiliar de grupo, puesto que ha mantenido hasta el pasado mes de julio al acceder al cargo de Director del Centro de Cultura de Hoyo de Manzanares. Con unas dotes oratorias de político al uso, al más puro estilo de la izquierda tradicional, y con una maestría en el descaro que no está al alcance de cualquiera, ha venido dando lecciones sobre ética política durante todos estos años sin apenas ruborizarse.
Por su parte, Ana Martín Bartolomesanz, “nueva en política, profesora de danza y defensora de lo público”, como era definida por algunos, es ahora la portavoz (y única concejala) de Confluencia. En los plenos suple las dotes oratorias de su mentor con unas intervenciones cargadas de agresividad, rebosantes de tendenciosidad, medias verdades, cuando no mentiras, juicios de valor e insinuaciones maliciosas, llegando a tachar de “indecentes” a los que gobiernan. Todo ello con la intención de rebuscar sin ningún éxito cualquier cosa que considera, bajo su supuesta y escrupulosa rectitud, que pudiera suponer transgredir los límites del comportamiento intachable que exige al equipo de gobierno.
Efectivamente, implacable ha sido con sus encendidas y agresivas críticas en las ocasiones que se ha considerado que era bueno para Torrelodones la colaboración público-privada y en la persecución a nuestra política de juventud y cultura con declaraciones y acciones que denostaban nuestra línea de trabajo. Sin embargo, lo de “impecable” se queda en un adorno grotesco, como demuestran sus actuaciones.
Los que predican la defensa de lo público y la ejemplaridad política ven que en Torrelodones, desde que está en el gobierno de Vecinos, hay “determinados modos de actuar” que ya no son viables y, deciden trasladar su base de operaciones a Hoyo de Manzanares, nuestro pueblo vecino, en una patética y vergonzosa demostración de que lo que defienden con tanta vehemencia en Torrelodones se lo saltan cuando se trata de nuestro pueblo vecino. Si hace unos meses el tal Mur ocupó el cargo antes mencionado como Director del Centro de Cultura, su compañera de andanzas políticas, Ana Martín ha abierto recientemente una escuela privada de baile (Ahora Danza) también en Hoyo. Está en su perfecto derecho, por supuesto, pero resulta que esta apertura coincide con que el Ayuntamiento de este pueblo acaba de decidir el cierre de su Centro Joven y, ¡oh sorpresa! a renglón seguido ha destinado un presupuesto municipal, es decir del dinero de todos, para becas de jóvenes para clases de baile en… ¡¡Si!! la Escuela de Baile de Ana Martín. ¿Purita casualidad?
La verdad es que en Torrelodones nos andamos preguntando donde quedan afirmaciones como las que recogen sus redes sociales o su programa electoral. Leamos, Leamos…
“Nuestro compromiso es trabajar y seguir investigando con la intención de sacar a la luz casos reales que están ocurriendo en nuestro municipio”
“Porque creemos en los servicios públicos, no los privatizaremos”
“Porque mantenemos la ilusión de que las cosas pueden hacerse de otra manera”
“y… ¿la ética?”
¿Sus principios sólo valen dentro de las fronteras de nuestro municipio?
O su defensa a ultranza de lo público frente a lo privado (tal como se entiende desde el espectro ideológico de la izquierda) es una careta, o este último año han caído en la cuenta de que su discurso de apoyo a lo público no les resulta conveniente en lo privado y se han convertido al neoliberalismo aguirrista, cerrando espacios públicos y derivando fondos públicos a su negocio privado. Las caretas se han caído. Ahora vemos la razón real de la vehemencia de sus críticas: querían haber hecho en Torrelodones (y no les hemos dejado) lo que ahora se ven obligados a trasladar a otro lugar. Si no fuese por todas las invectivas de que hemos sido objeto, acompañadas de lecciones de ética política recurrente, probablemente lo narrado podría pasar como una más de tantas cosas que desgraciadamente vemos a diario que, sin ser ilegales, faltan a la ética política y moral, ni hubiéramos contaminado nuestro blog con este retrato tan ¿feo?
El favor clientelar quizá forme parte del orden natural de las cosas… Y, criticarlo al mismo tiempo que se practica, también. De hecho esta manera peculiar de proceder está muy recogida en el refranero popular. El dicho más a mano es ese de “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
Sería lógico esperar que, a partir de ahora, la concejala de Confluencia se aplicara al silencio o la mesura en los plenos ¿No le dará vergüenza?; pero también cabe la posibilidad de que haga lo contrario y agudice su virulencia. Hay quien posee una coraza especial y se suele “venir arriba”, como se dice ahora, cuando se les pone en evidencia. Veremos.