Vecinos por Torrelodones

¿Por qué mejorar los espacios públicos de nuestros pueblos y ciudades? Desde la década de los 90, los ayuntamientos de medio mundo han acometido una política de mejora de los espacios públicos, ensanchando aceras, peatonalizando calles, ganando terreno a zonas que hasta poco antes ocupaban el asfalto y los coches… Estas actuaciones no son patrimonio […]

¿Por qué mejorar los espacios públicos de nuestros pueblos y ciudades?
Desde la década de los 90, los ayuntamientos de medio mundo han acometido una política de mejora de los espacios públicos, ensanchando aceras, peatonalizando calles, ganando terreno a zonas que hasta poco antes ocupaban el asfalto y los coches… Estas actuaciones no son patrimonio de ninguna ideología o partido. En España las han acometido y acometen alcaldes de todo el arco político.
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Lo cierto es que el urbanismo peatonal se impone en las sociedades occidentales y ya forma parte de la agenda de muchos de los municipios españoles. Por tanto, la política urbanística del ayuntamiento que ahora se critica desde algunos sectores no es ninguna excentricidad, ocurrencia o capricho del equipo de gobierno. Responde ni más ni menos que a la tendencia general que se impone en la mayoría de núcleos urbanos y también a nuestro programa electoral. Cabe recordar que la Carta de los Derechos del Peatón adoptada por el Parlamento Europeo en octubre de 1988, declara en sus dos primeros principios que: 1) el peatón tiene derecho a vivir en un entorno sano y a disfrutar libremente de los espacios públicos en condiciones que garanticen adecuadamente su bienestar físico y psicológico; 2) el peatón tiene derecho a vivir en lugares (urbanos o rurales) pensados para las necesidades de las personas y no para las de los vehículos, y a disponer de dotaciones a distancias que pueda recorrer andando o en bicicleta. En definitiva, peatones somos todos y por eso estamos empeñados en revalorizar el hecho de “ser peatón”. 
Pero el dilema y el conflicto siempre es el mismo: los nuevos espacios reducen las plazas de aparcamiento y los comerciantes protestan airadamente previendo su próxima ruina.
Por lo que afecta a Torrelodones, la plaza de la Constitución es hoy, seguro, el espacio más valorado por los habitantes del municipio, el que le da identidad y el que más disfrutamos todos. Pero no hay que olvidar que la plaza antes era la prolongación de la Calle Real, una calle llena de coches, hasta que en 1991 el alcalde de entonces decidió peatonalizarla. ¿Qué ocurrió? Que los comerciantes montaron en cólera, recogieron firmas, presentaron virulentos escritos en el Ayuntamiento con algunas afirmaciones como: «Además del perjuicio que a los comerciantes de la Plaza se les produce por la dificultad de poder acceder los clientes, se presentan otros como la carga y descarga, evacuación de residuos, bomberos, ambulancias y en fin derivados de un bloqueo de la circulación
Por supuesto, los partidos de la oposición aprovecharon, como ahora, el ruido para criticar fuertemente el proyecto en los plenos e incluso, en aquel momento, el PSOE votó en contra argumentando que no había alternativas y era necesario un plan y nuevo estudio. ¿Nos suena?
mejorar espacios urbanos de pueblos y ciudadesLo ocurrido en Torrelodones en 1991, o lo que está ocurriendo actualmente no son ninguna excepción. Los informativos están llenos de noticias al respecto sobre comerciantes secundados por algunos vecinos que se oponen a los cambios (ha sucedido en Madrid, Sevilla, Málaga, Valencia…) ya que se ven perjudicados durante las obras y perciben un alto riesgo de que el cambio y la reducción de plazas de aparcamiento en la mismísima puerta de su negocio los arruine.
Sin embargo, las muchas experiencias llevadas a cabo en España en este sentido demuestran que la peatonalización y la mejora en los espacios públicos favorece la actividad comercial. La peatonalización de las calles Montera y Fuencarral, fuertemente contestadas por los comerciantes en su día han dejado claro el impacto altamente positivo. A pocos meses de su peatonalización, la Concejalía de Movilidad de la capital informaba que la primera había aumentado en un 40% el número de peatones. Este tránsito ha influido en la reactivación de la oferta comercial de la calle, que ahora complementa el paso natural de la zona de Puerta de Sol con Gran Vía, aliviando la saturación de las aledañas vías de Carmen y, sobre todo, de Preciados, calle por la que pasan al día unas 30.000 personas según datos  del Índice TC-Street, que recoge el tráfico peatonal de las principales calles comerciales de 75 ciudades españolas.
Por su parte la peatonalización de la calle Fuencarral, también en Madrid, la ha convertido en una de las calles más comerciales de España. Hoy el alquiler por metro cuadrado ronda los 1.560 euros/m2 al año, situándose como la decimocuarta calle más cara de España, según se hace eco el último informe de la Asociación Empresarial del Comercio Textil y Complementos (Acotex). mejorar espacios urbanos de pueblos y ciudades
El resultado de este proceso, ejemplificado en estas dos vías madrileñas, pero vivido de forma similar en la mayoría de urbes españolas, coincide con lo defendido por todos los teóricos del urbanismo y cualquier técnico que tenga experiencia en este tipo de asuntos. Está más que demostrado que la circulación de personas, no de coches, favorece al comercio. Las calles que promueven el paseo estimulan la economía local, repercutiendo en el alza de los precios de las viviendas cercanas. Basta pasearse por muchas de nuestras ciudades, como Oviedo, Málaga,Vitoria…
Pero, ¿cómo han vivido los ciudadanos este proceso? Es una pregunta a la que una encuesta del Ayuntamiento de Madrid realizada meses después de la peatonalización de Montera y Fuencarral en 2009 quería dar respuesta. Según la misma, un aplastante 98% de los consultados “no querría volver a la situación anterior”, identificando la disminución de la contaminación, la mejora de la movilidad a pie y una mayor calidad de vida en general como los mayores beneficios.mejorar espacios urbanos de pueblos y ciudades
Sólo el tiempo demuestra que los cambios bien pensados, planificados y profesionales son un bien para cualquier ciudad. Sólo nos cabe un poco de paciencia y de respeto.
 

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