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Queridos Reyes Magos:
Como todos los años desde que somos pequeños, si la mente no nos falla,  os escribimos nuestra carta anual en la confianza absoluta de que seréis comprensivos y generosos con nuestras peticiones.
Creemos, en nuestra humilde opinión, que el tesoro más codiciado de nuestro tiempo es encontrar la felicidad. “En busca de la felicidad” se titulaba aquel renombrado libro de Bertrand Russell. Sin embargo, lo primero sería definir con claridad qué es eso de la felicidad, o casi mejor, qué es lo que entendemos por la felicidad, dado que somos nosotros quienes hemos decidido solicitarles un poco de felicidad para todos.
Reconocemos que la felicidad es un concepto subjetivo, difícil de definir y que sin embargo está en boca de todos, porque cada uno lo entiende de una manera diferente; unos de forma más materialista y personal: hacerse millonario, famoso, permanecer siempre joven, ser resistente a cualquier enfermedad; y otros, de forma más espiritual y solidaria: lograr un mundo más solidario, más equitativo, más justo, menos violento.
Por  eso, en lugar de pediros así, a lo bruto, un poco de felicidad para nuestras familias y amigos, para nuestros vecinos y para toda la humanidad, hemos decidido solicitar de Vuestras Majestades ayuda para obtener mercedes más sencillas.
Una redoma con el elixir del agradecimiento.  Es de bien nacido ser agradecidos, dice el refrán. Deberíamos de aplicárnoslo siempre y para cualquier regalo que recibamos, por pequeño que sea.  Forma parte de la magia de la Navidad, pero queremos que el agradecimiento nos dure todo el año.
Una vasija bien grande de perdón.  Tanto para con nosotros mismos como para con los demás. Necesitamos arrancar nuestro sentimiento de culpa y aprender a vivir con emociones negativas, pues forman parte de nuestra vida. No queremos olvidar nuestros errores ni nuestras debilidades, y tampoco las de los demás. No enfrentar los problemas es lo que los produce: depresión, ansiedad, baja autoestima. ¡Querámonos todo lo que podamos! Y a los demás, con toda nuestra generosidad posible.
Un frasquito con esencia deportiva. Hay que hacer deporte, hay que moverse: corramos algún día, vayamos andando a los sitios, subamos las escaleras en lugar de coger el ascensor; bailemos.  Un ejercicio suave obliga al cerebro a segregar endorfinas, esa sustancia que nos hace sentir bien, un opiáceo natural que mitiga el dolor y causa placer. ¡Regalémonos siempre que podamos uno de esos momentos!
Una garrafa llena hasta arriba de sencillez.  Concentrémonos sólo en lo importante; no intentemos hacerlo todo a la vez y hagámoslo por orden.  Marquemos preferencias: la familia, la salud, los amigos. Apagar el móvil, la televisión y contemplar la naturaleza es algo que no debemos olvidar y lo estamos dejando pasar; solos o en compañía.
Una damajuana de meditaciones.  Cada vez le dedicamos menos tiempo a nosotros mismos, a pensar, a reflexionar, a leer, a escuchar. Todo pasa demasiado deprisa: hablamos de cosas que no sabemos, todos tenemos una opinión aunque no le hayamos dedicado ni 10 minutos a reflexionar sobre ella. Paremos un momento. Atrevámonos a decir NO.
Una bombona de resiliencia. Y una bombona bien grande  con esa capacidad para enfrentarnos a circunstancias adversas, a condiciones difíciles,  a situaciones traumáticas y recuperarse saliendo fortalecido y con mas recursos. La resiliencia nos hace optimistas y los optimistas son más felices.
Un depósito de solidaridad.  Tenemos que vivir todo el año pensando en ayudar a los que más lo necesitan sin castigarse por ser afortunados y no vivir en el sufrimiento.  Pero cada día tenemos que levantarnos por la mañana y dedicarle una sonrisa, una mirada, un euro o un hombro para empujar a los que los que más lo necesitan. El mundo a veces es injusto, pero nosotros podemos hacer que cambien consiguiendo la  felicidad.
Aunque a buen seguro Vuestras Majestades tendrán sus propias claves para conseguir la felicidad, esperamos que con estas humildes claves, sus Majestades puedan ayudar a nuestros amigos, familiares y vecinos a lograrla.
Un cariñoso saludo. Vecinos por Torrelodones.
Ilustración: www.ennaranja.com
 

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