Hace 2 años que las cosas han cambiado en Torrelodones, por mucho que algunos sigan sin asumirlo y estén buscando razones, sus razones, para volver a gobernar el ayuntamiento del que salieron después de 24 años. Tras sus años de duelo, irrumpen en la vida municipal haciendo lo único que parece se les da bien. La calumnia.
Cuando el 11 de junio de 2011 asumí la alcaldía de Torrelodones renuncié a muchas cosas. Renuncié a un coche oficial exclusivo al que se le hacían 2.500 km mensuales, dedicado las 24 horas del día a cubrir los trayectos del alcalde, devuelto a la empresa de renting teniendo que pagar, previamente, una penalización por exceso de kilometraje. Renuncié a tener 3 personas en exclusiva a mis traslados y seguridad con el sobrecoste que suponían las horas extras que esa función generaba a las arcas municipales. Renuncié también a un 20% de mi sueldo como había dejado claro en el programa electoral, además de prescindir de 4 personas de confianza del alcalde, dedicadas en exclusiva a loar su quehacer, con un coste anual para todos los vecinos de 250.000 euros anuales. Por renunciar, también renuncié a seguir gastando una media de 40.000 euros anuales en gastos de protocolo y me juré que el despropósito de llegar a gastar 130.000 euros en ese concepto durante los años 2009 y 2010 no se repetirían. Renuncié también a tener tarjeta de crédito del ayuntamiento y como no, renuncié a todos esos privilegios más propios de terrateniente de un latifundio que de un alcalde de una localidad de 23.000 habitantes.
Renuncié a pasar gastos de mis desplazamientos, incluso fuera de la comunidad y junto a mi equipo, nos impusimos la obligación de asumir nosotros nuestros gastos alimenticios en horario laboral. El ahorro de todas esas renuncias nos ha permitido dedicarlo a otras acciones fundamentales para los vecinos.
Resulta gracioso cuanto menos observar la supuesta indignación del ahora portavoz del Partido Popular de Torrelodones con todas esas actuaciones del ex alcalde, siendo como era, el señor portavoz, miembro de la ejecutiva de su partido en aquellos años de gestión. Una clara diferencia entre su partido, su gran partido, y el nuestro, pequeño, muy pequeño. Todas nuestras acciones de gobierno son consultadas, asesoradas y consensuadas con nuestra ejecutiva. Esa es la esencia de Vecinos por Torrelodones.
Renuncié también a poner en la calle a un empleado municipal con más de 20 años al servicio del ayuntamiento, que recondujo sus funciones, y los dos policías que velaron por la integridad del alcalde esos años, volvieron a sus tareas y jornadas.
Renuncié a reestructurar el inventario de vehículos municipales que tanto está dando que hablar estos días y reorganicé los usos, dejando en exclusiva para policía uno de los vehículos, destinando el otro a todos los departamentos que así requiriesen su utilización. Mi pecado, no modificar las funciones y adscripciones en el inventario.
A lo que no renuncio, gran pecado, es a emplear recursos municipales para actividades municipales cuando así considero oportuno, máxime además, si en esas actividades participan empleados municipales. Y lo seguiré haciendo. Soy yo la que decido el uso de mis recursos privados para actividades públicas. Nadie más.
A lo largo de estos días leo y escucho de miembros de la oposición y sus voceros oficiales comentarios que denotan un total desconocimiento del funcionamiento del ayuntamiento. De los voceros no me sorprende, de los concejales sí.
Cuando en 2011 asumo la alcaldía, inicio nueva etapa, con 4 millones de euros en tesorería, 3,4 millones de euros presupuestarios pendientes de pago y más de 8 millones pendientes no presupuestados, que hemos ido descubriendo a lo largo de estos 24 meses de gestión. Esa es la herencia saneada que recibí, tan jaleada y defendida por el ahora portavoz el Partido Popular.
Como dije, y mantengo, en mi discurso de investidura, los mismos que nos llevaron a esta situación en Torrelodones, no pueden ser los que nos den ahora lecciones ni aporten las soluciones. ¿Por qué no las aportaron mientras estaban gobernando y en la ejecutiva?
Lo que ha puesto en evidencia esta polémica absurda es lo que desde Vecinos por Torrelodones y otros grupos vecinales pequeños como el nuestro teníamos claro. MIEDO. El miedo de los grandes hacia los pequeños y su incapacidad de disimularlo. Ese miedo les hace aflorar las mismas armas que ya conocemos muchos, alcanzando su época de esplendor a lo largo de la legislatura anterior y que tan mal les funcionó aquí en Torrelodones. Y esta que escribe sabe lo que dice. Armas empleadas para desprestigiar, calumniar y con un claro objetivo, hacerte desaparecer del panorama municipal. Antes con el dinero de los promotores, ahora aprovechándose de empresas de distribución. Mismo perro con distinto collar.
Sorprende, y mucho, la rabia de algunos por nuestra presencia en la prensa internacional y sobre todo por mi presencia en una campaña publicitaria que dignifica en estos tiempos tan complejos, la labor de los políticos. Globalmente, de todos los signos y colores. Sin distinción. Algunos han disimulado su rabia, reconociéndose en el mensaje publicitario. Otros han sido incapaces de disimularlo. Les escandaliza mi presencia y pretender hacer noticia donde no la hay, en un país que se despierta cada mañana un poco más desvertebrado y empequeñecido después de tantos años de desmadre incontrolado de muchos.
A lo largo de los 6 años que llevo dedicando mi tiempo a la política en Torrelodones he demostrado que si algo no hago es esconderme, por tanto, difícil ser cazada. No es necesaria una foto pixelada sacada de una grabación de un teléfono móvil remitida a la redactora del medio desde la propia Comunidad de Madrid. Miedo. Mucho miedo. MIEDO de los grandes a los pequeños, que con nuestro trabajo y compromiso diario estamos demostrándoles que sí se puede. Sí se pueden cambiar las cosas. Sí se puede cambiar este sistema establecido de prebendas y sin sentidos con trabajo, responsabilidad, compromiso y mucho sentido común.
Dedico estas reflexiones a mi gente de Vecinos por Torrelodones, que vive nuestro día a día y nos da la fuerza que necesitamos para estar entre gigantes. El mundo es de los valientes.